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miércoles, 22 de mayo de 2024

"1840: EL SITIO Y LA BATALLA POR CASTELLOTE. CAMPAÑA DE ARAGÓN".

GENTES, COSTUMBRES, TRADICIONES, FOLKLORE, HISTORIAS, PATRIMONIOS Y PAISAJES DE LA PROVINCIA DE TERUEL:

EN HOMENAJE A MI TIERRA....

Por: JUAN E. PRADES BEL, autor del proyecto: “ESPIGOLANT CULTURA”: Taller de historia, memorias, crónicas, patrimonios y humanidades.

(Sinopsis): RECORDAR TAMBIÉN ES VIVIR...

(Temáticas): PRIMERA GUERRA CARLISTA 1833-1840. LOS FRENTES DE ARAGÓN, EBRO, MAESTRAZGO Y VALENCIA.

"PARTE DE GUERRA DEL EJÉRCITO LIBERAL SOBRE EL SITIO Y LA BATALLA POR CASTELLOTE. CAMPAÑA DE ARAGÓN, AÑO 1840".

Escribe: JUAN EMILIO PRADES BEL. ("Las historias escritas que me acompañan, me ayudan a pensar, a imaginar, a vivir, y a experimentar un mundo de vidas muy diferentes a la mía". J.E.P.B.).

INTRODUCCIÓN: El municipio de Castellote fue escenario de una de las más duras y cruentas batallas de la Primera Guerra Carlista. Después del «Abrazo de Vergara», los gubernamentales (Ejército liberal) concentraron sus tropas en el este peninsular (Aragón, Ebro, Maestrazgo, Castellón, Valencia...). El general Espartero estableció su cuartel general en Mas de las Matas (Teruel), y tras la conquista de Segura, ordenó el avance sobre la población de Castellote. El día 23 de marzo de 1840, los liberales atacaron la ermita de San Macario y San Cristóbal, decidiendo los defensores replegarse en el castillo. Espartero mandó un parlamentario para que se rindieran, prometiéndoles que se les respetaría la vida, a lo que los sitiados respondieron con una negativa. La contienda continuó durante los dos días siguientes, y los isabelinos lograron tomar el edificio oriental del castillo; al intentar luego entrar en el torreón, último reducto, fueron rechazados. Finalmente, los sitiados, dada cuenta de su desesperada situación, se rindieron el día 27 de marzo. Espartero se ocupó de que a los sitiados se les respetara la vida y les elogió delante de sus tropas por cómo habían defendido la plaza.

EXPOSICIÓN DOCUMENTAL: 

(Documento oficial 1º, fechado en el año 1840):  

AÑO 1840. LA BATALLA DEL SITIO DE CASTELLOTE. CAMPAÑA DE ARAGÓN: Partes recibidos en la secretaria de Estado y del despacho de la Guerra. Gaceta de Madrid: núm. 1990, de 18/04/1840, páginas 1 a 3. PARTES RECIBIDOS EN LA SECRETARIA DE ESTADO Y DEL DESPACHO DE LA GUERRA. PARTE OFICIAL. Comandancia general de los ejércitos reunidos.= Secretaría de campaña.= Excmo. Sr.= Después de la importante operación de la toma del castillo de Segura, que privo a los rebeldes de uno de sus principales puntos de apoyo, determiné el sitio de Castellote, haciendo al mismo tiempo las prevenciones oportunas al teniente general D. Leopoldo O-Donell, para que, disponiendo el tren de batir necesario, acometiese la conquista del castillo de Aliaga.

- Los rigores de la estación habían sido ya resistidos por el ejército en el sitio de Segura con una constancia admirable; aunque la nueva empresa ofrecía los mismos y aun superiores inconvenientes, no dudé acometerla, porque facilitaba mucho la ejecución de las sucesivas, adelantando mi plan de pacificación con la facilidad de avanzar la línea, para que los pueblos de toda ella, y los demás asegurados á retaguardia, pudiesen generalizar el pronunciamiento que desde mi llegada a Aragón entró como parte del sistema que debía asegurar el buen éxito de la campaña.

- En la incursión que hice a fines del año anterior, sobre los pueblos de Bordon, Luco y las Parras pude reconocer la fortaleza de Castellote, y me impuse de las dificultades del terreno, y de la falta de caminos para arrastrar la artillería.

- Sin embargo, quise examinar personalmente el que parte desde Alcorisa por si podían allanarse los obstáculos, en razón de que sería una gran ventaja conducir el tren por la ruta, en vez del rodeo que ofrecía el semicírculo que era preciso describir encaminándolo por la Mata y Ejulbe.

- El formal reconocimiento que practiqué me convenció de la absoluta imposibilidad; y por consecuencia, acordé las órdenes oportunas para que desde Andorra siguiesen a la Mata las baterías rodadas y cinco piezas de 16, únicas que me decidí a llevar al sitio por la dificultad de conducir otras de mayor calibre, no obstante, de haber prevenido al general Ayerve, situado anticipadamente con la 3.ª división de su mando en aquel pueblo y el de Ejulbe, que cuidase de abrir camino, como lo ejecutó con celo y actividad, habiendo tenido que dar barreno en algunos puntos.

- Un fuerte temporal de agua detuvo la operación hasta el 21 de Marzo que rompieron la marcha las tropas desde sus respectivos cantones.

- El tren y baterías rodadas, había dispuesto se adelantase a Ejulbe, y sin embargo de que se emprendió el movimiento al amanecer de dicho día, se hallaba gran parte de los carros a la salida del pueblo, a mi llegada a él desde la Mata, porque los muchos malos pasos hacían muy lento el de las piezas, aun cuando la fuerza de los brazos de los individuos de la 3.ª división, ayudaban a los tiros.

- A pesar de tales esfuerzos no fue posible llegar a la vista de Castellote, distante de Ejulbe seis horas, por lo cual determiné el campamento a una y media del castillo. El día fue cruel por el frio, y la noche aumentó su intensidad; pero el ardor patriótico y guerrero de las tropas ofreció la única oposición que podía evitar las temidas desgracias.

- El día 22 al toque de diana se levantó el campo, formaron las tropas y se continuó la marcha. Yo me adelanté con el cuartel general y escolta para reconocer la fortaleza por una cordillera sin camino y sumamente escarpada, que se prolonga por la izquierda de él que desciende al pueblo de Castellote. El viento fuerte y helador que reinaba vencía los caballos y dejaba yertas las extremidades. Sin embargo, el reconocimiento lo hice con prolijidad hasta la inmediación del castillo acompañado de los generales de artillería y de ingenieros, convenciéndome de la absoluta imposibilidad de llevar la artillería por aquellos puntos culminantes y escarpados, por donde solo ofrece dominación la naturaleza del terreno. 

- Fue preciso renunciar el ataque por aquel ventajoso punto, y resolver que bajase el tren y parque por el camino de Castellote. El castillo se hallaba fundado sobre una roca de gran elevación y escarpe, siendo respetable en todos sentidos. La parte más fuerte era la occidental que terminaba en una torre de homenaje, obra antigua y de mucha solidez, sobre cuyas almenas ondeaba una bandera negra. En otra altura a medio tiro de fusil se hallaba fortificada la ermita de San Cristóbal, ligándose con la fortaleza por una caponera aspillerada.

- El pueblo está situado en el descenso casi á vista de pájaro del castillo, formando sus calles anfiteatro en dirección del Mediodía, a cuya extremidad se halla el cerro del Calvario, único que podía servir de emplazamiento para las baterías, aunque era preciso dirigir la puntería por una elevación de 15 grados. Este cerro y la población se hallaban también atrincherados para la defensa.

- El parque se estableció sobre el mismo camino: la brigada de vanguardia, la 1.ª división, parte de la 2.ª y la 3.ª ocuparon los determinados campamentos, destacando el general Ayerve tres compañías de cazadores al pilar de las peñas del castillo. Por la tarde me adelanté a pie con el comandante general de ingenieros a tiro de fusil del castillo a fin de reconocer y elegir los emplazamientos para las piezas de batalla que habían de cañonear el pueblo al emprender su ataque acordado para el día siguiente 23.

- Al amanecer pronunció la brigada de vanguardia su movimiento, haciendo por la derecha una marcha de flanco en dos líneas contra el Calvario, apoyada por la división de la Guardia Real de infantería, al mismo tiempo que otras fuerzas de la Guardia Real provincial amagaban por la izquierda siguiendo el camino de la población.

- Las compañías de zapadores estaban prontas para facilitar el asalte, y con este objetó se nombraron seis cuartas que acompañasen las columnas de ataque. También trabajaron los zapadores en hacer las rampas por donde subir las piezas de batalla a sus emplazamientos.

- El ataque fue decidido por una y otra dirección, jugando al mismo tiempo la artillería, de modo que temiendo el enemigo ser envuelto, abandonó con poca resistencia la altura del Calvario y la población. Desde entonces ciñeron los rebeldes su defensa al castillo, al reducto de San Cristóbal, y a la gran caponera aspillerada, arrojando granadas, y sosteniendo un nutrido fuego de fusilería contra las tuerzas que se habían apoderado del Calvario, y contra las que penetraron en el pueblo, después de haber los zapadores franqueado la puerta del camino, siendo el primero que entró el comandante general de ingenieros. Los fuegos enfilaban muchas calles, y para evitar en lo posible sus efectos, dispuso el mismo comandante general que se construyesen espaldones, resultando de esta arriesgada operación algunos soldados zapadores heridos; pero a su bizarría se debió que en breve tapasen la mayor parte de las bocas calles de enfilada, con lo que se pudo transitar con menos riesgo.

- Algunas fuerzas de la columna de la derecha penetraron también en el pueblo, y el comandante general de la brigada de vanguardia destacó compañías a tomar las elevadas rocas que prolongan la cordillera por la parte opuesta del castillo, siguiendo la dirección de la que reconocí el día anterior.

- Las tres compañías de cazadores de la 3.ª división, que desde el día anterior estaban situadas en el pilar de las peñas, tuvieron orden de secundar el ataque por la eminencia, a fin de desalojar de los peñascales a los rebeldes que ofendían con sus fuegos fuera del castillo protegidos por los de este, cuya arriesgada operación fue ejecutada con bizarría, encerrándolos dentro de sus muros, y rompiendo un nutrido fuego contra las almenas de la torre principal.

- Estas compañías fueron reforzadas después con un batallón, habiendo dado orden para que se relevase diariamente, alternando los de la 1.ª y 2.ª brigada. Una de la 1.ª división ocupó por la tarde las avenidas de los pueblos de Seno y Menfigo, quedando así completado el cerco.

- En este día mandé colocar sobre el camino en la ermita de S. Lázaro dos cañones de á 8 a distancia de tiro de fusil del castillo, los que dirigieron sus fuegos contra las almenas de la torre de Homenaje.

- Dadas las disposiciones para la construcción de las baterías en el emplazamiento del cerro del Calvario, en cuya cima se halla una ermita con el título de San Macario, fueron trazadas, y conducidos los materiales necesarios. Las piezas no tenían otro camino que las calles del pueblo. Su desigualdad y estrechez hacían muy difícil el tránsito, a lo que se unía el peligro de pasar bajo de los fuegos de la fortaleza Caponera y reducto. Sin embargo, todo se venció, y excepto una pieza de batir, las demás llegaron al emplazamiento durante la noche a fuerza de trabajo, celo y actividad. También se construyó la batería en dos partes, una a la derecha de la ermita para dos piezas, y la otra a su izquierda para tres.

- El enemigo conoció la posición falsa en que se hallaba, teniendo sus fuerzas divididas entre el castillo y el reducto, pues atacado este, como tenía dispuesto para el amanecer del día 24, permitía la ocupación del pueblo, cortar la comunicación, tomándose a viva fuerza una casa aspillerada que tenía sobre la caponera a distancia próximamente igual del castillo y de la ermita fortificada de San Cristóbal. Por esto la incendiaron en dicha noche, igualmente que la referida casa aspillerada, contrayendo su defensa a la fortaleza principal.

- Nuestras tropas se apoderaron al momento de aquellos puestos, lo cual hizo menor el peligro para el tránsito a la batería de brecha, y que subiese sin gran exposición al ser de día la última pieza que faltaba.

- El 24 principió a jugar la artillería con fuego certero y bien sostenido, aumentándolo con tres piezas de a 12, que ordené se colocasen en la ermita de San Lázaro, donde el día anterior habían estado las dos de a 8 para que acabasen de destruir los almenas o parapetos de la torre. Además, se subieron dos piezas de á lomo, obuses de a 12, al reducto quemado de San Cristóbal, y otra sección del mismo calibre a las alturas de la parte opuesta del castillo en dirección a Seno.

- Por la tarde se subieron a la batería del Calvario dos piezas de la rodada de á 12. Durante el día fue arruinado el torreón más saliente y parte de las defensas. Un numeroso cordón de tiradores ofendía con daño considerable a los sitiados. Estos se defendían con obstinación sosteniendo el vivo fuego de fusil secundado por las granadas de a siete pulgadas que aun durante la noche dispararon, empleándola también en hacer algunos reparos.

- El día 25 se subieron a brazo al descubierto en parte de los fuegos del castillo dos piezas de a 8 al reducto de San Cristóbal pera reemplazar las de montaña del día anterior.

- En la batería del Calvario que rompió el fuego al amanecer, se colocaron también al descubierto las cuatro piezas de la rodada de a 12 detrás de las de 16, y delante en situación mas baja frente de la ermita de San Macario fueron igualmente colorados dos cañones obuseros de a 24.

- El fuego que se rompió al amanecer fue tan certero y sostenido como el día anterior. La elevada y escarpada base de la fortaleza no permitía la formación de columnas para el asalto, ni medio alguno regular de cuantos el arte previene para llevarlo a cabo. Por lo tanto, era inútil mandar los tiros a un punto determinado con el objeto de abrir brecha. Así es que se dirigieron al primero y segundo recinto, a los parapetos del tercero, y a una elevadísima torre de vigía que daba paso a un edificio aspillerado de la parte extrema oriental del castillo. El efecto fue maravilloso, pues quedaron reducidos a escombros dichos primero y segundo recinto, destruida la torre, maltratado el edificio y derribada la corona de la torre de Homenaje, sin que pudieran ya los sitiados penetrar por la de vigía no siendo enteramente a descubierto. El cordón de tiradores los ofendía con su nutrido fuego, recibiendo muchos a la vista una terrible muerte por las balas y granadas de la artillería, y por los escombros en que eran sepultados. La torre principal de Occidente no podía ser arruinada en muchos días por su solidez y espesor. Vista la obstinada defensa convenia privarles también de este último refugio. No había otro medio más pronto y seguro que la mina, y al amanecer se practicó un reconocimiento al pie del muro por oficiales del cuerpo de ingenieros que manifestaron la posibilidad de la empresa, aunque difícil y peligrosa, por el escabrosisimo terreno (sin camino ni senda), que había que atravesar, y por la exposición del fuego de los rebeldes. Estos riesgos fueron arrostrados con serenidad y arrojo por los valientes zapadores, que cargados de pesados tablones para el blindaje, y de los útiles necesarios, treparon a pecho descubierto por donde apenas se podía sentar la planta. El blindaje se estableció y a cubierto de él fue socavado el muro. Durante la operación en que se emplearon bastantes horas, no cesaron los rebeldes de arrojar granadas de mano y piedras, haciendo un continuado fuego por los matacanes de la garita del ángulo por donde se ejecutaba el trabajo. Este era protegido por los tiradores colocados en las peñas de la cordillera y por algunas piezas que dirigían sus tiros a la cresta de la torre.

- El acierto de estos disparos privó al enemigo penetrar en la garita, y creyendo que su enorme peso aplanaría a los minadores consiguieron a fuerza de palancas derribarla sobre el blindaje. A pesar de tantos peligros y dificultades, al terminar el día estaba ya concluido el hornillo sin faltar más que cargarle. Durante la noche no cesaron los sitiados de disparar granadas al pueblo y baterías, haciendo a la vez nuevos retrincheramientos en la torre de Homenaje, y parte del tercer recinto con trozos de árboles y sacos llenos de arena y de arroz.

- El día 26 desde muy temprano rompieron el fuego todas las baterías, haciéndolo algunas de las piezas muy sostenido para proteger la carga del hornillo. La imposibilidad del asalto por las razones ya manifestadas, me hacían temer que el sitio se prolongase en vista de la tenaz resistencia de los rebeldes. Era preciso emplear medios de acción vigorosa a costa de la perdida de algunos valientes, porque el terrible temporal podía aumentar las bajas haciéndose más duradero el campamento. Esta consideración, unida a otras de mucha consecuencia, en relación con el plan de campaña, me determinaron a satisfacer el siempre vivo deseo de las tropas por emprender hechos de heroísmo que aumenten sus laureles.

- Serían las nueve de la mañana cuando mande al brigadier D. Manuel de la Concha, gefe de la brigada de vanguardia, que concurriese a la batería de sitio, donde me hallaba, y personalmente le di orden para que sin demora se tomase á viva fuerza el edificio va casi arruinado de la parte extrema del castillo hacia el Oriente. Un trozo de 20 hombres con oficial y sargento de los regimientos de la Princesa y de cazadores de Luchana se ofrecieron voluntarios para aquella arriesgada y dificilísima empresa.

- La casa en que debían alojarse estaba comprendida en el tercer recinto (parte superior del castillo). Ella por dominación flanqueaba la puerta. Esta, además del foso imposible de cegar, pues hecho sobre la roca en escarpa ofrecía un precipicio, la habían asegurado con un terraplén de quince pies de espesor. La casa, punto objetivo del ataque, he manifestado ya que tenía comunicación con la torre de vigía; estaba al nivel de los nuevos retrincheramientos que ejecutaron la noche anterior, y solo dominada por la torre de Homenaje. Su ocupación por lo tanto la considere absolutamente precisa para el triunfo. Los impávidos voluntarios tenían que marchar por la cuchilla desigual de la eminencia que ofrecía precipicios a derecha e izquierda. Elevada la casa sobre una punta de roca, presentaba una escarpa donde a la naturaleza se había empleado el arte para hacer más rápido el deslizadero. Los primeros de aquellos valientes llevaban además de su fusil algunos zapapicos para hendir el escarpe lo posible, a fin de trepar y abrir un portillo en el muro que permitiese la entrada. Algunas compañías de la vanguardia debían seguir, y siguieron en apoyo.

- Todas las fuerzas estaban prontas a fin de protegerla operación con un vivísimo fuego, secundado por el de la infantería en el número que permitía la escabrosidad del terreno. Dada la señal se rompe al mismo tiempo de ejecutar los voluntarios el atrevido ataque: trepando uno en pos de otro, vencidas las dificultades, logran establecerse en los escombros. Se traba el más encarnizado combate. Los sitiados pelean a la desesperada. Ya no se parapetan. A cuerpo descubierto hacen un fuego mortífero, arrojan piedras con velocidad y fuerte impulso, mandan infinitas granadas de mano, y no hay medio que dejen de emplear viendo próximo su exterminio. La tenaz resistencia enardece más a los valientes que atacan: su nutrido fuego hace estragos. Un bizarro de Luchana pasa a la derruida torre de vigía: su inaudito arrojo hace fijar en el la vista del ejército. El estruendo simultáneo de la artillería, la rapidez de sus disparos, su certera puntería, la animación y el general entusiasmo, todo presentaba un cuadro insólito, cuadro imposible de describir con exactitud, pues que solo la fija observación del suceso en sus complicadas y diversas situaciones permite formar la cabal idea.

- Cerca de una hora de sangrienta lucha rodando los cuerpos de los rebeldes mutilados y partidos por las balas y granadas de la artillería, puestos muchos fuera de combate por el nutrido fuego de fusil; sepultados otros en los escombros; debilitadas las fuerzas de los demás; aniquilado su espíritu al ver tanto valor, tanto heroísmo de parte de nuestros valientes; y temiendo por momentos el efecto de la mina, se resuelven a enarbolar la bandera blanca implorando a voces la vida. “Eran españoles y españoles obcecados que se habían batido con suma bizarría, y no pude prescindir de dar entrada a los sentimientos de humanidad”. La disciplina del ejército se ostentó en este día de una manera admirable, pues en la fuerza del obstinado choque, bastó la señal de cesar él fuego para que no se hiciese un solo disparo. Seguidamente ordené al brigadier D. Francisco Linaje subiese al castillo a garantizar únicamente la vida al resto de su guarnición.

- He reducido, Excmo. Sr., todo lo posible los detalles del glorioso sitio de Castellote. Este fuerte baluarte de la rebelión sucumbió al heroico esfuerzo de las beneméritas tropas que me envanezco de mandar. Tan señalado triunfo aumenta un nuevo lauro a los muchos que han obtenido en esta sangrienta lucha para consolidar el trono constitucional de Isabel II y afirmar la paz en esta trabajada nación. El mérito que han contraído es eminentemente recomendable, no solo por los hechos de valor, sino por el sufrimiento y constancia que tanto distingue y honra a nuestros soldados.

- El croquis del terreno inmediato a Castellote y posición de las tropas cuando se completó el cerco va adjunto señalado con el núm. 1.º, Con el núm. 2.º la vista del pueblo y castillo desde la batería del Calvario. Con el núm. 3.º el estado de los prisioneros en el que están expresados los heridos. Con el núm. 4.º las noticias de las piezas y demás efectos de artillería que se hallaron en la fortaleza. Con el núm. 5.º de los víveres y otros artículos de que se hizo cargo la Hacienda militar. Con el núm. 6.º el estado de las bajas ocurridas en el ejército desde el 21 al 27, comprendiendo en casilla separada los individuos que se helaron. Con el núm. 7.º la relación nominal de los gefes y oficiales muertos, heridos y contusos. Y con el núm. 8.º los disparos hechos por nuestras baterías en los días 23, 24, 25 y 26.

- Al elogiar el distinguido comportamiento de todas las clases del ejército que concurrieron a esta señalada operación, debo expresar particularmente al benemérito comandante general de artillería mariscal de campo D. Joaquín de Ponte, que desempeñó sus funciones con la eficacia e inteligencia que acostumbra, permaneciendo en las baterías, donde recibió una fuerte contusión de bala de fusil en una pierna sin querer abandonarlas en todo el sitio. Al comandante general de ingenieros mariscal de campo D. José Cortines, que justificó nuevamente su inteligencia y actividad, dirigiendo todos los trabajos y demás correspondiente al arma de su cargo.

- Al comandante general de la 1.ª división mariscal de campo D. Diego León, conde de Belascoain, que con su acostumbrada bizarría la condujo en apoyo del ataque del primer día, y permaneció acampado a su cabeza los sucesivos al alcance de los fuegos de artillería, y sufriendo los rigores del temporal.

- Al comandante general de la 2.ª división mariscal de campo D. Francisco Puig Samper, que también a su cabeza experimentó las mismas penalidades.

- Al comandante general de la 3.ª división mariscal de campo D. Joaquín Ayerve, que durante el sitio ocupó con su división las alturas, cubriendo las avenidas por donde principalmente pudiesen presentarse los enemigos en socorro de los sitiados, y cuidando también de destacar fuerzas que constantemente contribuyeran al cerco del castillo.

- Al brigadier D. Manuel de la Concha por la inteligencia y valor con que atacó el cerro del Calvario con la brigada de vanguardia de su mando, ocupando después el pueblo, reducto de S. Cristóbal y alturas de la derecha, estrechando por aquella parte a los sitiados hasta la toma de la casa aspillerada que contribuyó a su pronta rendición.

- Al brigadier D. Santiago Otero que con una brigada de la 1.ª división permaneció cubriendo las avenidas de Seno y Menfigo, destacando compañías a una altura, que dominando en parte el castillo, hostilizó constantemente con sus fuegos a los sitiados.

- Al gefe de estado mayor general mariscal de campo Don Juan Tena, que, llenando cumplidamente sus funciones, me sirvió de mucho en esta importante operación, así como los gefes y oficiales del cuerpo, que con el valor e inteligencia que les distingue, secundaron sus disposiciones. Los gefes y oficiales de artillería e ingenieros han dado una nueva prueba de su bizarría y conocimientos en el servicio de su peculiar instituto, que tanto ha contribuido al buen éxito de la empresa.

- Los gefes y oficiales de las demás armas han correspondido dignamente al ventajoso concepto que me merecen. Mis ayudantes de campo no me han dejado nada que desear, comunicando con exactitud y celo las órdenes que he tenido que dar.

- El intendente del ejército D. Antonio Larrua y todos los empleados de la hacienda militar han llenado sus funciones con actividad y celo.

-  Por último, el cuerpo de sanidad militar ha prestado a los heridos los consuelos propios de su profesión, curándolos con esmero e inteligencia, y asistiéndolos con el mayor interés en los hospitales de sangre.

- Muchos hechos parciales de distinción, acciones y servicios recomendables no pueden expresarse circunstanciadamente con la designación de los beneméritos que han tenido la suerte de hallarse en este caso; pues de hacerlo sería interminable un parte que abraza operaciones tan complicadas en la serie de días que han durado tan activamente.

- Las propuestas de recompensas de generales, gefes, oficiales y demás individuos sirve de particular calificación, y ruego encarecidamente a V. E. que al elevarlas á S. M. se digne inclinar su Real ánimo a fin de que sean aprobadas lo más pronto posible.

- Dios guarde á V. E. muchos años. Cuartel general de Aguaviva 12 de Abril de 1840.=Excmo. Sr.= El duque de la Victor¡a.= Excmo. Sr. Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra.= Es copia.

ADDENDA, ADICIONES Y COMPLEMENTOS SOBRE LAS TEMÁTICAS Y MOTIVOS REFERIDOS EN EL ARTÍCULO. (POR JUAN EMILIO PRADES):

BIBLIOGRAFIA, WEBGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES:

- Vicente Meseguer Folch (2000): "Carlismo y carlistas de Alcalà de Xivert". Serie Historia del Maestrazgo. N.º 1. Edit. Centro de Estudios del Maestrat y Ayuntamiento de Alcalà de Xivert. Premio de investigación Histórica Vicente Giner. Alcalà de Xivert, 2000.

- Aureli Puig Escoí (2000): “Les guerres carlines”. (Editorial Antinea).

- Aureli Puig Escoí (2008): “Les guerres carlistes al nord valencià, cançoner". (Editorial Onada).

 - Real Academia de la Historia.

- Vista de Castellote: N. Cabañero dib.; P. Chamorro gr.; Dámaso Calbo y Rochina de Castro (1845): “Historia de Cabrera y de la guerra civil en Aragón, Valencia y Murcia”. Madrid: Imprenta de Benito Hortelano y Compañía, p. 487 Biblioteca Virtual del Ministerio de Defensa.

ARCHIVO FOTO-IMAGEN: "CASTELLOTE".

Imágenes cedidas por J. E. Prades Bel.

Municipìo de Castellote.

Edoitor
Castillo de Castellote.

Vista del municipio de Castellote en el siglo XIX. 
Editor Dámaso Calbo y Rochina de Castro; Dibujante N. Cabañero; P. Chamorro gr.; año 1845.


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